“Las personas antes conocidas como la audiencia queremos informar a los medios de comunicación sobre nuestra existencia y sobre un cambio de poder que va con el cambio de plataforma del que todos han oído hablar” (Jay Rosen, 2006).
En la era predigital el periodismo era una lectura; en la era actual el periodismo es una conversación. Si lo entendemos así, tal y como se discute por el impacto de lo digital en las formas de comunicación, la estructura antes cerrada del periodismo ahora permite el diálogo porque tenemos acceso a la tecnología para conectarnos en cualquier momento. Con esta modificación ya se incluye la relación que el periodista establece con el público así como la interacción que ocurre entre la misma audiencia.
Dicho de otra forma, aquel modelo vertical en el que una persona en el centro se comunicaba con muchas otras personas a través del periódico, la radio o televisión, gradualmente es sustituido o complementado por un intercambio de información simultánea y cruzada en la que muchas personas se comunican a la vez con otras gentes en una red que se multiplica en horizontal.
Donde antes el sistema de medios concentrado en unas pocas manos nos conectaba con los centros de poder, ahora la conexión es de ciudadano a ciudadano, dice Jay Rosen; y esta red nos permite construir junto a otras personas de ideas parecidas, dice Manuel Castells.
Sin embargo, es casi cierto que una vez que nos volvemos independientes de los medios de información podemos actuar con libertad (y producir nuestros propios contenidos), pues la atención sigue centrada en los grandes circuitos profesionales: queremos su atención, queremos su reacción, queremos que nos abran la puerta. Esta dependencia (que ya nada más es simbólica y no técnica) limita la posibilidad de que el diálogo ocurra bajo aquella promesa de democracia basada en la idea de una Internet liberadora en la que todas las personas somos iguales. Si superamos las brechas de acceso a la tecnología que no son pocas, en internet sí tenemos la opción de actuar como iguales, pero hay que ejercer las libertades que vienen con la herramienta.
Por estas cuestiones, lo ideal es que Everyday La Frontera pueda funcionar como una plataforma abierta y no jerárquica que combina la participación entre profesionales y no profesionales. De esa manera, lo que buscamos es la gestión de redes mixtas de colaboración y una transferencia de experiencias, así como la organización de iniciativas en línea y presenciales donde la capacidad de decisión sea compartida y no restringida o controlada de arriba hacia abajo. El punto clave es la transferencia igualitaria de experiencias y herramientas.
Si en principio, los Proyectos Everyday han impulsado la discusión sobre las formas de representación a través de la imagen, tras la propuesta de EDLF hay una reflexión sobre las relaciones de poder que en la industria del periodismo reproducen la separación entre lo global y lo local. Y aquí incorporamos la postura de las epistemologías del sur para asumir que el diálogo que queremos no se limita a la forma fotográfica basada en el estándar global sino que busca el reconocimiento de todas las identidades y territorios.
Un detrás más profundo del intercambio encierra revalorar la experiencia local como punto de partida para la imagen y otros experimentos de intervención. Sobre todo se trata de enfatizar en primer lugar que la interacción de abajo hacia arriba y la reivindicación de la conversación colectiva es un asunto social y político. Esto implica que una de las líneas principales es priorizar lo que ocurre en los márgenes, es decir, un rechazo del orden implícito que viene desde la cultura del centro, occidental, desarrollista, de primer mundo, etcétera.
En esa ruta, debe cuestionarse si ocurre y en qué medida los métodos y procedimientos de la fotografía y el periodismo reproducen relaciones de poder que se validan como calificativo de lo que es bueno-profesional-global y lo que es malo-amateur-local y desde las cuales los criterios de valor y validación son formas de colonización. Porque así como las clases sociales expresan la forma en la que un grupo se relaciona con otro (con todas las implicaciones culturales que esto trae consigo), la fotografía también implica una clasificación por estratos de fotógrafxs de primera, segunda y tercera clase. Y en el fondo que nos importa, la carrera frenética por la popularidad y el reconocimiento personal termina por desplazar a la responsabilidad que tiene al interés público como guía. De esta manera, la distinción entre un “nosotros” y un “ellos” en la fotografía es un ejercicio de poder.
¿El tema vale la pena o no es lo suficiente importante como para discutirlo? Pensemos por ejemplo qué impacto tiene sobre el trabajo colaborativo el afán aspiracional de quienes buscan la validación hacia arriba en lugar de relacionarse a los lados y formar alianzas horizontales en el entorno inmediato. Para usar de forma muy libre una canción ranchera mexicana, en el periodismo parece que arriba y abajo se mezclan muy poco; pero además para los grupos y regiones que se encuentran fuera del radar, voltear siempre hacia arriba les impide ver que la integración entre iguales es una fortaleza para el desarrollo de proyectos entre pares. Buscar la validación de acuerdo a una jerarquía nos hace pasar por alto que el resultado del periodismo es colectivo no individual y que trasciende el ámbito profesional para incidir en lo social. Y si es necesario decirlo, va más allá de la celebración para uno mismo.
Usando de nuevo otra comparación, en el periodismo la búsqueda mal entendida del reconocimiento son los cien pájaros volando.
Esto lo leí hace poco en alguna parte: hay que replantear el matrimonio entre periodismo y medios por uno entre periodismo y democracia.
Bajo un esquema colaborativo mixto profesional y amateur, EDLF combina la producción con un enfoque de comunidad. Sobra decir que ambas expresiones son igual de válidas. Para sentar la única regla del juego, la pregunta que nos hacemos es si nuestro trabajo interfiere o contribuye a enaltecer la dignidad de las personas. Y ya que se trata de un trabajo que se realiza en línea y a distancia, cualquier integrante de este proyecto puede tener una opinión diferente y esperamos que así sea (y el canal por supuesto permanece abierto para las opiniones).