Eliseo Gaxiola: “Entre el inicio del mitin y los balazos, transcurrieron como tres rollos”

Este texto es una edición de la versión original publicada en marzo del 2010 cuando se cumplían 16 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Entonces Eliseo comentó que esa había sido la primera vez que platicaba su experiencia como fotógrafo en Lomas Taurinas, Tijuana. Después de aquel momento el Estado Mayor Presidencial se había ido encima investigando y acosando a los que consideró sujetos de interés entre los presentes en el mitin.

Para enero de 1997, se habían registrado 15 muertes por arma de fuego y accidentes de personas que tuvieron alguna relación con el caso Colosio, incluyendo a Ernesto Rubio Mendoza quien murió el mismo 23 de marzo de 1994 a las 21:30, cuatro horas después del asesinato del candidato priista. Por su parecido, Rubio Mendoza fue el “doble” de Mario Aburto que apareció muerto y a quien éste atribuye ahora en declaraciones la autoría del asesinato; también se supo que vivía en el departamento del hermano del subdelegado de la Policía Judicial Federal, Raúl Loza Parra, encargado de los primeros interrogatorios realizados al magnicida.

Sí se parece mucho, ¡pero ese no es mi hijo! Diría la madre de Mario Aburto, María Luisa Martínez, cuando quiso verlo en las instalaciones de la PGR de Tijuana. “Recuerda que el parecido era tan aterrador, que levantó la camisa del detenido para buscar una cicatriz de tres pulgadas en la espina dorsal; la marca que desde niño Mario se hizo con las ramas de un huizache. No la encontró” (El Universal, 14 de febrero del 2014).

Otro de los asesinados luego fue José Federico Benítez López, jefe de la policía de Tijuana; días antes de morir dijo a un familiar que tenía pruebas de la existencia del segundo tirador. En la muerte de Benítez López estuvo involucrado el agente judicial federal Marco Antonio Jácome Saldaña, quien fue uno de los elementos que grabaron el video del disparo a Colosio a petición del mismo subdelegado Loza Parra.

A partir de 1996 Luis Raúl González Pérez, fiscal especial del caso, reunió un expediente de 68 mil fojas. Entre ellas se guardan las correspondientes a las 35 preguntas respondidas por Ernesto Zedillo al rendir su declaración como presidente en funciones por su colaboración como coordinador de la campaña de Colosio. Aunque no se incluye el tema, hubiera sido interesante conocer su opinión respecto al hecho de que la prensa nacional que acompañaba esa fecha al candidato en Lomas Taurinas, decidiera tomar la tarde libre para ir de compras a la ciudad de San Diego (California) con gastos pagados por la misma coordinación a su cargo.

La preocupación de Eliseo podía estar justificada. Para protegerse y cerrar el capítulo, cedió la comercialización de sus imágenes a la revista Proceso, de quienes todavía puede recibir a veces un depósito por la venta.

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Eliseo Gaxiola, periodista hace 25 años, fotógrafo veterano. Cínico confirmado. Hacedor independiente, rebelde, escéptico.

Mi contacto con Eliseo empezó hace un mes. La primera impresión fue muy buena; una plática entre fotógrafos, un intercambio de preguntas y respuestas en el que salió a flote su formación de fotógrafo, el conocimiento de los temas desde adentro de la fotografía de prensa, la valoración profesional, el hueco creativo, la importancia de trabajar proyectos de imagen y la necesidad de hacer fotografía en Sonora donde falta mucho, casi todo, por hacer.

Eliseo, tras 16 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, en Tijuana, comparte sus impresiones al haber estado presente en Lomas Taurinas aquel muy recordado 23 de marzo de 1994,  jornada histórica alrededor del poder y sus entretelones.

“Había un asunto especial ahí; fotógrafo que no tiene suerte vale madres y fotógrafo que no aprovecha la suerte no es fotógrafo. A mí me tocó un momento muy especial en Tijuana; cuando llegué todos los periódicos ya estaban muy hechos a la dinámica del periódico El Mexicano y la única opción que había era la del Diario 29 que ya estaba desapareciendo porque El Nacional ya iba para abajo y El Zeta estaba empezando a abrir un mercado muy elitista a la García Márquez. A mi me tocó esa coyuntura y un cabrón muy vago dijo, aquí lo que hace falta es un periódico vespertino que se llame La Tarde, que lleve poca letra y muchas imágenes…vamos a vender imagen por la tarde. Entonces yo no sabía y Roberto Córdova que trabajaba en Imagen Latina me dijo: Eliseo ¿quieres ser mi laboratorista? Y yo, acostumbrado a los míseros sueldos de Nogales le dije: Por mil pesos semanales, ¡cómo que no!”.

Eliseo habla con voz aguardentosa, ríe mucho. Habla como fotógrafo y de las cosas que a los fotógrafos les inquietan. Cuando se emociona repite dos, tres y más veces la misma frase o palabra, es parte de su personalidad.

“Total que me quedé con el laboratorio y a los tres meses le dije a Roberto: Quiero salir a la calle -me llevaba como ratón de laboratorio. 

“En la noche en la noche en la noche quiero ver en la noche,  pero no quiero forzar película, quiero un rollo 3200 que pueda bajar hasta 800 y exponer hasta 1600. ¿Y sabes qué es lo chingón? Que todo mundo utilizaba la película; no guardaban nada, quemar y quemar película sin misericordia. Es lo que todavía hasta la fecha le respeto a ese bato. Los negativos son tuyos, a la hora de que te vayas del periódico los negativos son tuyos, no del periódico, dijo. Fue bien respetuoso sobre la imagen y los derechos de autor. Creo que ahora es director del Sol de Tijuana. Miguel se llamaba”.

Y efectivamente, se refiere a Miguel Ángel Torres Ponce, director adjunto del Sol de Tijuana. La emoción y sorpresa de Eliseo puede sonar simple pero es justificada. Encontrar el  respeto de los editores es difícil. Con frecuencia hay un sistema casi feudal y los derechos de autoría para los fotógrafos regionales o locales pocas veces son discutidos.

“En ese tiempo los reporteros escritos valían madre, lo que andabas buscando era imagen. Era un boom bien raro, como que fue cuando ya se acomodó la lucha de años y a mí por suerte me tocó estar allá.Yo llegue a Tijuana en el 90, estuve desempleado dos meses y luego ya me acomodé”.

¿Cómo empezaste a hacer fotografía de prensa?

“Una vez vi la foto de un morro al que le habían dado un balazo y el fotógrafo toma la foto de un judicial con la pata arriba del morro y todavía le apunta con la pistola y el morro tirado en la caja del pick up; me dije, ese bato que tomó la foto que cabrón está; que cabrón porque independientemente de lo que haga el Diario del Yaqui, si publica o no,  con la foto los está mandando a la chingada. Tendría como 19 años entonces.  Imagínate, en una sociedad tan cerrada como es Ciudad Obregón, la única forma del fotógrafo para rebasar la represión de la información era con la imagen; esa foto fue lo que me llevó a mí a los periódicos. A los 19 la vi y empecé como a los 22”.

El primer trabajo en prensa formal, en Obregón, fue en El Imparcial. “Una vez me mandan a tomar fotos en la casa de un ricachón, allá en la zona norte, en una cena  a Norman Borlaug*, estaban todos los agrotitanes agradeciendo al que les había dado; ahí fue donde conocí al que tomó esa foto. Empecé a platicar con él y lo que me enseñó sin conocerlo fue el respeto al ojo, al ojo, al ojo, la mirada es de todos pues, el ojo es de uno, el respeto a tu trabajo, lo que tú quieras ver, sácalo”.

¿Sabes dónde terminó él?

“Imagina que debe haber gente que me conoció y ha de decir dónde terminó ese pinche loco, nadie sabe dónde  terminamos; me llamaba la atención porque yo nunca había visto una imagen  tan poderosa, estaba el pobre morro en la camioneta con la bala en el pecho y con la bota del judicial todavía riéndose y el encabezado decía ‘Desalojan a robatierras’ y fíjate como con su imagen le parte en la madre a todo el poder”.

Eliseo otra vez se emociona.

“¡Ese ese ese es el camino, esa es la fotografía!”

¿Cómo fue tu rutina el 23 de marzo?

“Cuando iba a llegar Colosio me dice el dueño del periódico: Mira Eliseo, quiero nada más una foto buena para sacarla antes que todos los periódicosporque era vespertino. El bato me daba libertad para decidir, los editores éramos nosotros, nos juntábamos los fotógrafos y decíamos esta es la foto, ésta sí y ésta no. Entonces yo voy clavado en eso, bajo con 18 cargas de blanco y negro  guardadas en el chaleco. Iba tomando lo que entonces iba viendo. La foto que yo pensaba para la portada era una morrita que fotografié cuando ondeaba una bandera (del PRI) y Colosio la estaba saludando; entonces pensé, esta es la foto de portada, para mí esa era la buena, dije ya cumplí. Pero tenía que seguir capturando, claro que yo no sabía lo que iba a pasar cuando llegamos allá”.

¿Cuánto tiempo transcurre entre el inicio del mitin y el atentado?

“Entre el inicio del mitin y el balazo transcurrieron como unos tres rollos más o menos; tiempo no sé, pero en tiempo de imagen fueron como tres rollos, tres veces que abrí la cámara y cambié de rollo; y fíjate qué suerte, cuando todo pasa acababa de meterle rollo a la Canon A-1 con angular y la Nikon F3 con zoom la traía a la mitad, imagínate que hubiera sido al revés. Te digo, la suerte…a veces viene el diablo y se pone de tu lado. Entonces se escuchan los ruidos pum-pum como bombas que se reventaron entre la música y la gente, y de repente veo un chingo de movimiento de gente histérica y entonces tomo la foto del histerismo. Yo no sabía quién era, era una anécdota más dentro de un mitin y ya cuando vi quién era dije ¡Ay a la madre!…

“Yo no siento nada, nada más la adrenalina de tomar la foto. Lo primero que hago es agarrar el chaleco y ver cuántos rollos me quedan, me quedaban como 8 rollos. Yo tomo tres frames nada más y digo, aquí debe haber un culpable, a este bato ya lo llevan pero ¿y la otra historia? Y también por suerte porque en ese maremágnum, en ese caos, ¿cómo encontrar al culpable? Pues resulta que a un lado de mí traen al Aburto como al Cristo en el viacrucis, golpeándolo mucha gente y conforme vas tomando las fotos vas asimilando lo que está pasando. En el momento que levantaron digo ¡Mataron al candidato, lo balearon! No sabía si estaba vivo o muerto; a un lado traían a Aburto a golpes, pues éste es el que lo mató, pensé”.

¿Qué haces entonces?

“Me voy inmediatamente a entregar, a imprimir y al hospital para dar seguimiento hasta que se lo llevan en el avión”.

¿Y en la redacción?

“En la redacción estaban desesperados porque llegara con las fotos. Era un corredero por todos lados. Pinche Eliseo ¿Dónde chingados está que no se aparece con las fotos?

¿Qué sabor de boca te deja la experiencia?

“El haber tomado las fotos no era el problema sino cómo responder a una situación como esa y que después te estén acosando porque por más protegido que estés, siempre habrá acoso, porque el poder está pensando que tienes algo más. En esos vericuetos el Estado decide desviar el asunto y se va sobre quien sea, esa es una posibilidad latente. Y te lo hacen saber. Te dicen aquí estoy y quiero que lo sepas. Es real y concreto. Yo me siento igual; seguí trabajando, pero me aburría, es la verdad. Tampoco andaba buscando yo la adrenalina. Entonces me dediqué a fotografiar políticos, porque como que había una reafirmación contra el poder del Estado, una forma de confrontarlos, de decir: aquí estoy también.

“Una vez llegó Porfirio Muñoz Ledo a dar una conferencia al Centro Cultural Tijuana,  y le digo: ¿Oiga, ahora no nos va a hacer muecas para fotografiarlo? ¡Sí! dice y agarra y se sienta, prende un Delicado y a tirar humo. O la foto de Fernández de Cevallos en campaña para la presidencia de la república. Cuando el Jefe Diego se va a subir a su camión me dice: ¿Vas a mandar las fotos a Gobernación? Y le respondo, Gobernación está con usted, usted es Gobernación. O Cuauhtémoc Cárdenas bien enojado, con su rostro adusto. Otra es la foto de Zedillo que después de que matan a Colosio lo nombran candidato y llega a Tijuana bien asustado y me piden que vaya a fotografiarlo y le tomo la foto cuando va corriendo por la alberca bien asustado con su esposa y me ve con la cámara y me sacan una cara de angustiados”. 

¿Es una postura? ¿Es una forma de enfrentarlos?

“Si, me volví cínico, les decía: A ver, la muerte pesa sobre ustedes no sobre nosotros. ¿Cómo se ven? Es confrontar, es una postura de oficio que finalmente es ideológica, intencionalmente vas buscando la foto y si no está la provocas; unas veces resulta, otras no”.

¿Cómo ves el periodismo ahora?

“En el periodismo gráfico actual, por lo menos aquí en Nogales, quienes están fotografiando te dan lo que les pides pero en esa  foto meten también lo que ellos quieren, son creativos y profesionales; no es un estado ideal, es una lucha continua en la que ya aprendieron a dialogar y a pelear”.

¿Y en relación a la inseguridad y la paranoia por el hecho de estar cubriendo seguridad y narcotráfico en la actualidad?

“La paranoia es de los dueños de los medios, no puedes meter al trabajador en la paranoia de los propietarios. La paranoia no recae en las personas comunes y corrientes sino en los dueños del poder; mientras ellos no asuman el cambio no habrá cambio  abajo. Nosotros somos el hilo delgado y reforzamos ese discurso porque no ponemos en claro que la indefensión está allá arriba porque son los que tienen la lana y nos dejan solos pero se tiene que sacar de ese discurso al empleado y que el dueño asuma su responsabilidad y si no quiere hacerlo que no te mande a la calle y punto. Al hablar de esa indefensión ponemos en la mira al fotógrafo y al reportero pero el que debe estar en la mira es el dueño porque es el responsable“.


Relacionado: Expediente del caso Colosio, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

 

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