Resultados de encuesta: adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarixs

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes (resultados de encuesta). El cuestionario “Uso de teléfono inteligente y redes sociales” se aplicó como parte del trabajo semestral de las materias Seminario Metodológico de Producción en Medios II y  Seminario Teórico de Producción en Medios II  (LCC-UNISON, 2025-1). El objetivo de la encuesta es obtener una aproximación a las prácticas de uso y consumo de dispositivos digitales y plataformas sociales, para discutir en clase la relación de la tecnología de la información con facetas de la vida diaria estudiantil entre las que se encuentran la educación, la interacción social y la salud. 

Considerando que el futuro no será menos digital y que lo digital no se regulará por sí mismo, es necesario ampliar nuestro conocimiento en este terreno y adelantar en algo la discusión para la alfabetización, en la cual se incluye el reconocimiento de los beneficios, riesgos y derechos de las personas.

Resumen de resultados:

El 21.6% reconoce una adicción al teléfono inteligente: una quinta parte de la población participante.
En complemento, el 46.8% de las personas participantes permanece neutral pero no manifiesta desacuerdo al reconocer su adicción.
La mitad de las personas (51 % ) siente algún grado de ansiedad cuando no puede usar el teléfono.
El 80 % usa su teléfono más tiempo del previsto.
El 66 % no puede estar sin el teléfono.
El 66.5 % retrasa la hora de dormir por el uso del teléfono.
El 72% se estresa cuando no tiene conexión a internet.
El 75 % ha usado redes para olvidarse de problemas personales.
El 73% se siente más libre cuando tiene un teléfono.
El 44 % tiene dificultad para concentrarse en clase por el uso del teléfono.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

El punto de partida para desarrollar un análisis crítico es que en la actualidad nuestro criterio acerca de la tecnología digital es limitado porque aún nos encontramos dentro del proceso de asimilación, tomando en cuenta que el uso de internet y los derivados digitales inicia y se desarrolla desde 1993. Si el viaje completo apenas rebasa los 30 años, las redes sociales se agregan desde 2004 y el teléfono inteligente a partir de 2007. Es decir, en medio de la celebración y superados por la sorpresa tecnológica diaria, no entramos todavía en el balance global de costo y beneficio. En segundo lugar podemos señalar que los efectos colaterales de la tecnología están escondidos detrás del discurso de desarrollo y progreso de la sociedad que se agudizó con la promoción de políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional desde la década de los años 80 y 90. En tercer lugar hay que considerar por sentido común que lo que sabemos todos los días acerca de la tecnología es a través de la publicidad; entonces antes que beneficios absolutos, estamos inmersos en el condicionamiento para el consumo.

Como diría Sonia Livingstone (2021) cuando promueve que se garanticen los derechos digitales de las infancias, las plataformas sociales no son juguetonas por diseño e implican riesgos para lxs menores de edad. En forma complementaria, para Couldry y Mejías (2019), el objetivo de las aplicaciones es capturar información para su explotación en el contexto del colonialismo de los datos y la fábrica social (2019), en la que nuestros dispositivos tecnológicos producen ganancias las 24 horas del día y no en una jornada laboral de 40 horas a la semana como ocurría en el modo de vida desconectado. Si hace unos años contribuíamos al capital de las empresas como Google o Facebook al dar un click con el botón del mouse, ahora literalmente solo tenemos que respirar y autorizar el permiso en el reloj de pulsera.

Siguiendo esas ideas y la frase de Livingstone, el diseño de las plataformas tampoco es educativo por sí mismo (y no tendrían que serlo pero hay que discutir el asunto antes de asumir que lo son). Para la misma profesora, no se trata de rechazar la tecnología sino de alfabetizar en términos de su modelo de las 4C que señala los riesgos para las infancias en línea: contenido, contacto, conducta y contrato. «Si envolvemos a nuestros hijos en algodón digital, no aprenderán a llevar los problemas», dice. Tampoco las instituciones deberían envolverse en algodón digital.

Aproximadamente el 66% de la población mundial tiene acceso a internet (alrededor de 5,400 millones de 8,200 que habitan el planeta), mientras se espera que el número de teléfonos rebase los 5,700 millones en 2025. Ahora ya hay más personas con un teléfono móvil que con acceso a Internet en el mundo.

Los resultados que aquí se presentan corresponden a una investigación de tipo descriptiva por medio de encuesta. El diseño del instrumento es una adaptación de estudios sobre el uso problemático de teléfonos inteligentes, Facebook e Instagram (Rozgonjuk, et al., 2016; Machimbarrena, et al., 2023; Kircaburun y Griffiths, 2018). El objetivo del estudio fue analizar el uso de los dispositivos móviles y redes sociales para obtener una aproximación al impacto de la tecnología en la vida diaria de estudiantes en aspectos como la salud, las dinámicas sociales y rutinas escolares. El instrumento se alojó en línea y se difundió en grupos estudiantiles de aplicaciones de mensajería y a través de docentes que compartieron el instrumento durante sus clases. La muestra es de tipo no estratificada. Participaron 157 estudiantes de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora (Unidad Centro) entre edades de 18 y 29 años. 

Para responder la encuesta, sigue este enlace.

La muestra está formada por 157 estudiantes entre 18 y 29 años. El 59% de las participantes corresponde al género femenino, el 2.5 % son personas no binarias, el 2.5 % prefirió no responder, mientras que el 35% de la participación fue masculina. En cuanto a la participación por semestres de estudio, el 56% de los encuestados se encuentra en los primeros cuatro semestres, mientras que el 43% restante cursa de quinto semestre en adelante.

Por edad, el grupo participante más alto es el de 21 años de edad; se observa también que la participación mas alta se encontró entre los 18 y 21 años con el 66 % de la muestra. En el lado opuesto, la menor participación fue en las edades entre 22 y mayores de 25 años con un total de 34 %. La participación más baja se encontró en el segmento mayor de 25 años que agrupa a las participantes de 26, 27, 28, 29 y mayores de 29 años de edad.

Entre los hallazgos más relevantes, las preguntas sobre adicción al teléfono inteligente, ansiedad al no tener el teléfono a la mano y tiempo de uso mayor al previsto mostraron alta incidencia. Respecto a la escala de reconocimiento de la adicción al dispositivo, el 3.2 % está totalmente de acuerdo, el 18.4% está de acuerdo y el 46.8% optó por la opción neutral; si bien la respuesta en la opción neutral permanece ambigua, al sumar los tres niveles (neutral, de acuerdo y totalmente de acuerdo) se obtuvo un reconocimiento de la adicción del 68.4 %. Si no se toma en cuenta a dicho segmento, aún así una quinta parte de las personas participantes sí reconoce su adicción.

La mitad de las personas que participaron en el estudio (51 % ) siente algún grado de ansiedad cuando no puede usar el teléfono de acuerdo a la suma de los tres niveles: a veces: 35 %; casi siempre: 10%; y siempre 5.7 %.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

El 80 % de las personas participantes usa su teléfono más tiempo del previsto. Esta cifra presenta el porcentaje más alto de toda la encuesta: a veces: 40.5%; casi siempre: 25.9%; y siempre: 13.9%.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

En relación con la pregunta anterior, mientras el 80% cree que utiliza el teléfono más tiempo del previsto, solo el 65.6 % de las personas ha intentado acortar su uso (sin lograrlo): a veces: 42.5%; casi siempre: 14.6%; y siempre: 5.7%.

Otro dato que resalta, es que en contraste con los altos porcentajes de uso e intentos por acortarlo, solo el 35.7 por ciento ha recibido comentarios acerca de la utilización excesiva por parte de sus pares, familiares y personas alrededor: a veces: 26.1%; casi siempre: 4.5%; y siempre: 5.1%. Este dato puede indicar la normalización del teléfono o bien, que no se percibe que el aparato es perjudicial.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

Este comportamiento que puede ser analizado como normalización, contraste con que el 66.5 respondió que no puede estar sin el teléfono inteligente; el 44% presenta problemas de concentración en clases; y el 29.5% (casi 1 de cada 3 personas) manifestó un grado diferenciado de afectación en sus calificaciones.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

En las preguntas relacionadas con la interacción y orientación a las relaciones en línea, se obtuvieron los siguientes resultados. El total combinado en la utilización de redes sociales para hablar con otras personas al sentirse aisladas es del 70% con porcentajes diferenciados de la siguiente forma: a veces: 40.5%; casi siempre: 25.9%; y siempre: 13.9%. El uso para regular el ánimo durante etapas depresivas obtuvo un porcentaje acumulado del 66.9 % y porcentajes diferenciados: porcentajes diferenciados de la siguiente forma: a veces: 36.3%; casi siempre: 15.3 %; y siempre: 15.3 %.

Adicción al teléfono inteligente en estudiantes universitarios

El trabajo tuvo dos etapas. La primera de ellas consistió en revisión de literatura, diseño, aplicación de instrumento y análisis de resultados; durante la segunda etapa se realizaron entrevistas en formato de audio y video a docentes universitarios para discutir aspectos relacionados. Los resultados completos puede consultarse en el blog del proyecto: GenZ-Debates Digitales.

Referencias

Couldry, N., & Mejias, U. A. (2019). Data colonialism: Rethinking big data’s relation to the contemporary subject. Television & New Media20(4), 336-349.

Kwon, M., Lee, J. Y., Won, W. Y., Park, J. W., Min, J. A., Hahn, C., … & Kim, D. J. (2013). Development and validation of a smartphone addiction scale (SAS). PloS one8(2), e56936.

Livingstone, S., & Pothong, K. (2021). Playful by Design: Free play in a digital world.

Machimbarrena, J. M., Varona, M. N., Muela, A., & González-Cabrera, J. (2023). Profiles of problematic social networking site use: A cross-cultural validation of a scale with Spanish and Mexican adolescents.

Rozgonjuk, D., Rosenvald, V., Janno, S., & Täht, K. (2016). Developing a Shorter Version of the Estonian Smartphone Addiction Proneness Scale. Cyberpsychology: Journal of Psychosocial Research on Cyberspace10(4).

 

Unidad de Reportajes Especiales.

 

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