¿Qué es el periodismo ciudadano? Una bibliografía básica

El periodismo ciudadano es entendido como la producción y difusión de información que generan personas no profesionales a través de medios y plataformas digitales. Aunque su surgimiento se ubica en el año de 1999 con la cobertura de Indymedia de las protestas contra la Organización Mundial del Comercio en Seattle (1),  esta fecha es útil nada más como referencia pues antes existieron otras prácticas similares de comunicación ciudadana en plataformas análogas, las cuales son frecuentemente desplazadas de la literatura académica por el carácter dominante que cobra la tecnología digital como práctica y discurso desde su introducción en 1991 con la presentación abierta de la World Wide Web.

Además de esta tendencia instrumental basada en la tecnología que domina por mucho la discusión y que se produce en países como Estados Unidos y España, otros conceptos y perspectivas se utilizan en los estudios de la comunicación por regiones: para Latinoamérica el concepto principal de características similares es la radio comunitaria; en países europeos bajo la influencia de la LSE es común la perspectiva crítica de la comunicación y los estudios culturales; en Asia y África algunos autores señalan directamente que la dependencia respecto a modelos de investigación occidental promueve la réplica y obstaculiza la creación de teoría propia. Digamos que a raíz del mayor énfasis en las herramientas, la investigación reduce la visibilidad de otros aspectos importantes del periodismo ciudadano complementarios al enfoque en la tecnología, como son los estudios empíricos sobre ética ciudadana o las interpretaciones sociopolíticas y culturales.

Como fenómeno todavía reciente y en construcción, creo que una de las aportaciones más importantes del periodismo ciudadano es el desarrollo de una ética propia que se genera por la asimilación de conceptos y prácticas de lo periodístico que se anidaron en las relaciones cotidianas que las personas entablan con actores e instituciones públicas y privadas. Dicha ética no es estrictamente igual a la de la prensa sino un híbrido de conceptos profesionales y valores ciudadanos; y en lugar de compararlo con lo que no es, como señala Moyo (2), habría que analizarlo en sus propios términos y no con los tabús del periodismo convencional. Aunque parezca simplista, lo rompedor del tema es que se trata de personas que contribuyen a la conversación pública desde el sillón de sus casas. Y en tanto que surge y existe en ruta diferente al periodismo tradicional, no está obligado a actuar bajo su código sino que nuestras fobias y afiliaciones están implícitas en los hábitos de producción y difusión de información.

Jay Rosen, uno de los principales promotores del periodismo público e iniciador de la discusión acerca del periodismo ciudadano en la década de los 90, señala: “Cuando las personas antes conocidas como la audiencia utilizan las herramientas periodísticas que tienen a su alcance para informarse entre ellas, eso es periodismo ciudadano” (3). Ese pragmatismo está también en Davis Merritt cuando se refiere al periodismo público como una teoría en busca de una práctica, mientras que el periodismo ciudadano surgió como una práctica en busca de una teoría (4).

En términos muy generales, en la literatura académica se pueden ubicar posturas opuestas entre quienes resaltan el efecto favorable del periodismo ciudadano en la democratización de la sociedad y la renovación de las prácticas periodísticas y aquellas que señalan sus deficiencias respecto a la calidad del periodismo tradicional y que afirman que la gente no actúa ni se convierte en periodista por relatar una experiencia (5); o que los ciudadanos “no tienen ni el deber, ni el compromiso ni las posibilidades de acceso a la información que les permitan cumplir a cabalidad con la responsabilidad social que define al periodismo” (6).

Para Bowman y Willis, el periodismo participativo (o ciudadano) es el acto de una persona o grupo de personas que juegan un papel activo en el proceso de producir y difundir información independiente, confiable, exacta, de amplio rango y relevante a través de weblogs, grupos de noticias, foros, salas de chat, sistemas de edición colaborativos y aplicaciones de mensajería instantánea (7). Personalmente me parece que por lo general de la idea y frente a la gran diversidad de usos y perfiles dentro de la esfera informativa en línea, tal delimitación es conflictiva porque desde este punto de vista toda la información amateur que circula sería periodismo ciudadano. La otra observación a considerar es el riesgo de que la teoría pueda determinar la realidad pues al priorizar la plataforma de difusión la definición pasa a un segundo plano y oscurece las manifestaciones de comportamiento cívico. Más allá de las opiniones, el peso que esta definición ha tenido se puede comprobar con una hojeada a los artículos científicos en el tema.

Palacios y Noci señalan que el término “periodismo ciudadano” en la investigación se refirió a cualquier tipo de presencia de la audiencia en el entorno informativo y sus innovaciones no vinieron del periodismo sino de plataformas como Wikipedia, Youtube y Flickr (8). Más concreto aún, las innovaciones en las noticias fueron una reacción frente a la competencia (comercial) para defender su territorio y obtener beneficios a corto plazo en lugar de buscar reformas de fondo y oportunidades de largo alcance (9).

Para Carpentier se trata de un enfoque reduccionista centrado en la novedad que se separa de las implicaciones políticas, ideológicas, comunicativas, estructurales y culturales (11). Siguiendo a Sonia Livingstone, una cuestión es identificar si el objetivo es participar en los medios por sí mismos o participar en la sociedad a través de los medios (12).

Para quien tenga interés en el tema, los argumentos en extenso pueden consultarse en este artículo: Cívico, profesional y amateur: perfil ético del periodismo ciudadano en perspectiva interdisciplinar.

Referencias
  1. Espiritusanto, O., y Rodríguez, P. G. (2011). Periodismo ciudadano: evolución positiva de la comunicación (Vol. 31). Fundación Telefónica (enlace).
  2. Moyo, L. (2015). Digital age as ethical maze: Citizen journalism ethics during crises in Zimbabwe and South Africa. African Journalism Studies36(4), 125-144  (enlace).
  3. Rosen, J. (2006). The people formerly known as the audience.
  4. Rosenberry, J., & St John, B. (Eds.). (2009).Public journalism 2.0: The promise and reality of a citizen engaged press. Estados Unidos: Routledge.
  5. Rodríguez, E. R., Hermoso, S. P., & Calvo, P. A. (2007). Periodismo ciudadano versus Periodismo profesional: ¿somos todos periodistas?Estudios sobre el mensaje periodístico13, 189-212 (enlace).
  6. Puente, S., & Grassau, D. (2011). Periodismo ciudadano: dos términos contradictorios. La experiencia chilena según sus protagonistas. 14(1), 137 (enlace).
  7. Bowman, S., y Willis, C. (2003). We media. How audiences are shaping the future of news and information (enlace).
  8. Palacios, M., & Noci, J. D. (Eds.). (2007). Ciberperiodismo: métodos de investigación: una aproximación multidisciplinar en perspectiva comparada (enlace).
  9. Mitchelstein, E., & Boczkowski, P. J. (2009). Between tradition and change: A review of recent research on online news production. Journalism10(5), 562-586 (enlace).
  10. Peters, C., y Witschge, T. (2015). From grand narratives of democracy to small expectations of participation: Audiences, citizenship, and interactive tools in digital journalism. Journalism Practice9(1), 19-34 (enlace).
  11. Carpentier, N. (2011). The concept of participation: If they have access and interact, do they really participate?. CM-časopis za upravljanje komuniciranjem6(21), 13-36 (enlace).
  12. Livingstone, S. (2012). Exciting moments in audience research–past, present and future.

 

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La ética de la audiencia en el periodismo ciudadano

 

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