Mi corazón habla la lengua de la lluvia (Programa del Foro de Babel 2023)
Dedicada a Bolivia como invitada especial, la segunda edición del Foro de Babel tiene el objetivo de promover el intercambio artístico, cultural y político con el Sur Global. El evento es organizado por la Librería Hypatia en coordinación con STASIS y se lleva a cabo del 30 de marzo al 2 de abril con actividades que destacan el sentido de lo comunitario y la unidad, a través de conferencias, talleres, presentaciones de libros y entrevistas en medios de comunicación estatales y regionales.
- Comunidades reimaginadas (30 de marzo, 8:00 PM, Librería Hypatia). Quya (El Alto, Bolivia, 1995). Comunicadora y pensadora alteña, parte del grupo indianista-katarista Jichha e integrante del colectivo Las Martinas.
- Lucha por el territorio (31 de marzo, 8:00 PM, Librería Hypatia). Remedios Severo, Gobernador Tradicional Yoreme Mayo del Pueblo de Cohuirimpo.
- La vida escrita (1 de abril, 8:00 PM, Librería Hypatia). Nadia López (Caballo Rucio, Oaxaca, 1994). Poeta bilingüe, ensayista, y promotora cultural. Autora de los poemarios Ñu´ú Vixo /Tierra mojada (Pluralia Ediciones, 2018, Tikuxi Kaa/El Tren (Almadia, 2019), Isu ichi/ El camino del venado (UNAM, 2020) y Las formas de la lluvia/ বৃষ্টিধারার নানা রূপ (JOLDHI, 2021). Su trabajo ha sido traducido al árabe, inglés, francés, bengalí, hindi y catalán.
Bicéfalos (fragmento)
Mis primeros recuerdos son en español. Esto no debería ser extraño en un país donde la lengua franca es el español, donde las escuelas —urbanas y rurales— dan clases en español, donde los trámites oficiales se hacen en español, donde, históricamente, las lenguas indígenas han sido puestas en un estatus menor al español, donde se ha castigado y discriminado a los hablantes y a las lenguas originarias, donde muchas lenguas indígenas han sido exterminadas.
Después de la época colonial, se calculó que entre el sesenta y cinco y el setenta por ciento de la población total de México hablaba una lengua indígena y ahora, doscientos años más tarde, sólo el 6.5 por ciento lo hace.
Crecí entre campos de tomate, pepino y fresa, como crecen cientos de niños jornaleros migrantes que acompañan a sus padres, la mayoría indígenas del sur del país, en el trabajo agrícola que desde hace muchos años se realiza en la frontera norte. De ahí que, desde pequeña, escuchara varias lenguas que años más tarde reconocí como diidxazá, ayuuk, náhuatl. Hasta ese momento desconocía que mi madre era hablante de una segunda lengua —más bien, de una primera lengua—, el tu’un savi, la lengua de la lluvia, mejor conocida como lengua mixteca.
Los primeros recuerdos que tengo de mi mamá y el mixteco son de ella escondiéndose para hablar con sus compañeras de surco, en los campos de fresa. ¿Por qué mi madre se escondía para hablar la lengua con la que conoció el mundo, la lengua con la que descifró el canto de los pájaros y el de mis abuelas? ¿ Por qué sentía temor de decir:
Anayu ká’an tu’un savi, Mi corazón habla la lengua de la lluvia,
tu’un kunchee nikanchii, la lengua con la que miro el sol,
tu’un kúnú ñu’ú? la lengua con la que tejo el mundo?